EL SANTO SUDARIO
- LA REVISTA DEL CARIBE
- 14 abr 2017
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El Santo Sudario es el nombre que ha sido dado a la mortaja en la cual José de Arimatea envolvió el cuerpo de Cristo al ser descendido de la cruz para sepultarlo.
Las escrituras no indican qué destino tomó esta prenda, pero sí dicen que el sudario y la mortaja fueron hallados debidamente doblados y colocados a un lado del lugar donde estaba el cadáver dentro de la cueva que Arimatea había mandado construir como bóveda particular y que terminó estrenando el Cuerpo Sagrado, por lo que es deducible que pudo ser recogido y guardado por algunos de los discípulos, entre ellos María Magdalena, María la mujer de Zebedeo y María la madre del Resucitado.

Abgar, un rey de Edesa (la ciudad de Urfa, en Turquía), convertido al cristianismo enseguida de la crucifixión de Jesús, habría conservado el sudario después de haber sido curado de la lepra al tocarlo.
En 994 los bizantinos lo habrían recuperado de los musulmanes que se habían apoderado de aquella ciudad. La reliquia habría permanecido hasta 1204 en Constantinopla. Luego pasó a Francia.
También conocido como El Manto de Turín, está formado por una tela de lino hilado de color marfil tejido en a mano en sarga de espiguitas, de canutillo de 3-1, de 4 metros de largo por 1,10 de ancho.
Fue remendada después del incendio de 1532 y tiene marcas de humedad.
Se distinguen dos pálidas imágenes amarillentas (una de frente y otra de espalda) de un hombre extendido de 1,80 metros que debió pesar alrededor de 78 kilos, con una edad de 30 a 40 años, con las manos cruzadas sobre el pubis.
Sometidas a una ampliación fotográfica, estas imágenes muestran numerosas huellas de heridas en la cabeza que se relacionan con la corona de espinas descrita en los evangelios. Marcas similares se observan en las muñecas, el pecho y la espalda, y son atribuidas a los azotes que sufrió la víctima durante el escarnio al que fue sometido en el juicio presidido por Pilatos.
Las imágenes ampliadas del sudario revelan tumefacciones en los hombros ocasionadas por la carga prolongada de un objeto pesado y rugoso, lo que se asimila con el recorrido que le tocó hacer al Nazareno camino de El Calvario cargando la cruz. También se advierte una herida al lado derecho de la región pectoral, que guarda referencia con la lanza que le introdujo un soldado para comprobar que el crucificado había muerto. En los pies están las hendiduras de lo que debió ser el lugar de los clavos.
Hace cuatro décadas el tejido y el polvo que lo cubre fueron cuidadosamente estudiados y se estableció que la tela está hecha de lino mezclado con algodón según un procedimiento de tejido típico del Medio Oriente, y el polen contenido en el polvo prueba su permanencia en la región del Jordán y en Turquía
Éste, con el manto de La Verónica, con el que la mujer enjugó la cara sangrante y sudorosa del Nazareno en su paso hacia la muerte, quedando impregnado en la tela el Divino Rostro, son los relicarios que contienen el ADN del hijo de María.
De la cruz no se ha tenido noticia, y la única referencia a ella se hace en las réplicas que el catolicismo y algunas otras tendencias cristianas exponen en los templos como símbolo de la Redención.
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