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En el Día Internacional de los Derechos de la Mujer,

  • Foto del escritor: LA REVISTA DEL CARIBE
    LA REVISTA DEL CARIBE
  • 8 mar 2017
  • 4 Min. de lectura

Que la fecha sea propicia para acabar ese obtuso encabezamiento de discursos (amigos y amigas, compañeros y compañeras) que, al ponerlas en segundo plano, hacen visibilizar su revictimización.

Esta fecha se ha hecho de usual celebración que, en muchas ocasiones, se limita a la reiteración afectiva de la novia, la mujer, la compañera de trabajo, la amiga, etc., se aleja de las causas objetivas que han institucionalizado el 8 de marzo.

Más allá del formalismo de entrega de obsequios, invitaciones y detalles, constituye un día de reivindicación de derechos, que son las facultades y atribuciones que exigen las mujeres y las niñas de muchas sociedades de todo el mundo. En algunos lugares, estos derechos están institucionalizados o respaldados por la ley, las costumbres locales y el comportamiento social, mientras que en otros lugares se ignoran o reprimen. Difieren de las nociones generales de derechos humanos por ser inherentes al prejuicio contra las mujeres y las niñas para favorecer a los hombres y los niños. Es así como en Oriente ser mujer significa propiedad del hombre, y en Occidente un artículo de consumo (reinados, íconos publicitarios, objetos sexuales, etc).

Entre los derechos que deben merecer mayor atención de género, reconocimiento social y protección estatal, podemos mencionar: derecho a la integridad, al control del propio cuerpo, a elegir y ser elegida, a ocupar cargos públicos, al trabajo, a una remuneración justa e igualitaria, a poseer propiedades, a la educación, a firmar contratos legales, y derechos matrimoniales y parentales. A ser validadas por lo que son, por encima de los prototipos de belleza con los que se enmarcado la explotación comercial de niñas, adolescentes y adultas. A que se pondere su condición de seres pensantes, amantes, coherentes, actuantes y creativos.

Fue en 1910 cuando en la II Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas reunida en Copenhague se reiteró la demanda de sufragio universal para todas las mujeres y, a propuesta de Clara Zetkin, se proclamó el 8 de marzo como el Día Internacional de la Mujer Trabajadora. Esta iniciativa fue respaldada unánimemente por la conferencia a la que asistían más de 100 mujeres procedentes de 17 países, entre ellas las tres primeras mujeres elegidas para el parlamento finés. El objetivo era promover la igualdad de derechos, incluyendo el sufragio para las mujeres.

Como consecuencia de la decisión adoptada en Copenhague el año anterior, el Día Internacional de la Mujer Trabajadora se celebró por primera vez el 19 de marzo de 1911 en Alemania, Austria, Dinamarca y Suiza, con mítines a los que asistió más de un millón de personas, exigiendo para las mujeres el derecho de voto y el de ocupar cargos públicos, el derecho al trabajo, a la formación profesional y a la no discriminación laboral.

Seis días más tarde, una huelga en la fábrica de camisas Triangle Shirtwaisten en Nueva York, fue extinguida por un Incendio en el que murieron 146 mujeres y 71 resultaron heridas, cuando el patrono se negó a negociar y encerró bajo candado a las víctimas. La gravedad del desastre hizo que se modificara la legislación laboral en Estados Unidos, y en las celebraciones posteriores del Día Internacional de la Mujer se ha hecho referencia a las condiciones laborales que condujeron al desastre.

1922, la feminista Alexandra Kollontai (que desde su nombramiento como comisaria del Pueblo para la Asistencia Pública logró el voto para la mujer, que fuera legal el divorcio y el aborto) consiguió que el 8 de marzo se considerase fiesta oficial en la Unión Soviética, aunque laborable. El 8 de mayo de 1965 por decreto del Sóviet Supremo de la Unión Soviética se declaró no laborable el Día Internacional de la Mujer Trabajadora.

En 1975 la ONU comenzó a celebrar el 8 de marzo como el Día Internacional de la Mujer. En diciembre de 1977, dos años más tarde, la Asamblea General de la ONU proclamó el 8 de marzo como Día Internacional por los Derechos de la Mujer y la Paz Internacional. Esta adhesión de la ONU llevó a varios países a oficializar este día en sus calendarios.

Aunque el Día Internacional de la Mujer es celebrado el 8 de Marzo en todo el mundo, no lo era en Estados Unidos. Fue en 1994 cuando Beata Poźniak, una actriz inmigrante de Polonia, reivindicó, mediante solicitud al Congreso de Estados Unidos (H.J. Res. 316) el reconocimiento del Día Internacional de la Mujer en Estados Unidos el 8 de Marzo.

En el año 2011 la ONU entró a operar para la Igualdad de Género y el Empoderamiento de la Mujer, mediante la entidad conocida como ONU Mujeres.

Esta fecha ha adquirido desde el siglo pasado una dimensión mundial. El movimiento internacional en defensa de los derechos de la mujer va en aumento, apuntalado por la Organización de Naciones Unidas que ha celebrado cuatro conferencias mundiales sobre la mujer y ha contribuido a que la conmemoración del Día Internacional de la Mujer sea un punto de convergencia de las actividades coordinadas en favor de sus derechos y su participación en la vida socio política y económica de las sociedades..

Ahora, en el contexto cultural de Colombia y la Región Caribe, estos intentos suelen quedar en letra muerta, por tradición y/o conveniencia: se ha hecho coloquial la expresión: “guarden sus perras que mi perro anda suelto” o la frase de Abel Abel Antonio Villa: “Mujeres reparías, recojan a sus hijas, que hay un negro en la calle”, o cuando ellos manipulan pidiendo “la pruebita” y ellas acceden, dejándose manipular. Así, entre esos convencionalismos se ha ido afirmando el machismo. Incluso, cuando algunas hacen más alarde de la apariencia que de las capacidades, y muchas veces terminan parásitas del mejor postor que les provee la supervivencia.

Hoy es una ocasión para congratularlas por ser mujeres, para reflexionar sobre la urgencia de romper esos paradigmas. Para reconocerlas y hacer que se reconozcan como seres con capacidad de pensar y actuar de manera diferente, de amar, de ser fuente de vida, con derechos y deberes para con la sociedad y para con ellas mismas, y de transformar el entorno hacia un mundo menos inequitativo y en paz.


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